Esta
historia me la contó mi madre, a ella la abuela y a la abuela...
bueno, viene de lejos.
Es la historia de una joven princesa llamada Noa y dice así:
Es la historia de una joven princesa llamada Noa y dice así:
Hace
muchos años, entre bellas montañas y rodeado por un cristalino
lago, se alzaba un reino gobernado por su amado rey
y su bella esposa; y la reina estaba a punto de tener un bebé.
Una mañana de otoño nació una adorable princesita, Noa, una niña de suaves ojos azules y cabello dorado.
Una mañana de otoño nació una adorable princesita, Noa, una niña de suaves ojos azules y cabello dorado.
Noa
crecía arropada por el cariño de sus padres. Disfrutaba cada día
de chocolate caliente, pasteles de jengibre, vestidos nuevos, paseos bajo el sol, cosquillas en la barriga... pero,
sobre todo amaba la calidez de la voz de su mamá que le contaba las
más dulces historias antes de dormir.
Todo
era perfecto, pero... la felicidad, duró poco. Cuando Noa tenía
seis años, la reina enfermó, estaba muy débil y le quedaba poco
tiempo. Viéndose así, mandó llamar a su hija.
No
te pongas triste – le dijo – a partir de hoy seré un ángel, tu
ángel de la guarda y acariciándole dulcemente las manos, le entregó
un pequeño saco en el que guardaba su vestido de boda y un colgante.
La
tristeza llegó a palacio y la dulce princesa, día tras día, consolaba a su
padre con tiernas sonrisas y fuertes abrazos.
Noa
pensaba a diario en su madre y muchas veces, cuando sentía ganas de
llorar, abría el saco. Aquel vestido era precioso, brillante como
las mismas estrellas y en el colgante lucían las alas de un ángel.
Pasaron
los años y su padre, todavía apuesto y joven, se enamoró de otra
mujer con la que se casó. La
nueva reina, celosa del cariño que el rey sentía hacia su hija y
presa de la rabia, ideó un plan para sacarla de palacio. Con
mentiras y falsas artimañas convenció a su esposo para darla en
matrimonio al gobernante de un reino muy lejano.
El
día de su catorce cumpleaños, Noa recibió la triste orden.
Pero
papá, no puedes obligarme a casarme con alguien a quien no amo –
replicó.
Su
padre, que parecía embrujado con la maldad de aquella mujer, ni
siquiera la escuchó y anunció la boda.
Tenía
que huir de ese destino cruel y esa misma noche, decidida, escondió
sus miedos bajo un viejo abrigo de pieles de uno de los criados y
salió corriendo hacia el bosque aprovechando la oscuridad de la
noche. Corrió y corrió, hasta llegar a una pequeña aldea al otro
lado del lago, fuera del mandato de su padre.
Todo el reino buscó y buscó pero nunca encontraron a la princesa.
Todo el reino buscó y buscó pero nunca encontraron a la princesa.
Sola,
deambulaba por largas calles que no la llevaban a ninguna parte,
pedía limosna y apenas comía. Por la noche, refugiada bajo el
abrigo, contemplaba las estrellas y pedía a su madre, su ángel de
la guarda, que la ayudase.
¡Madre,
cómo podía imaginar yo que el mundo estaba hecho jirones! Hay
pobreza, frío, hambre, mucha hambre.... la alegría es cosa de
palacios, príncipes y princesas.
A
la mañana siguiente, mientras Noa caminaba por la plaza buscando
algo que llevarse a la boca; el joven príncipe de la villa se fijó en ella, con
aquellos harapos de piel, tan triste, frágil, desamparada, tan
perdida...
Enseguida
se acercó y le ofreció trabajar en las cocinas de palacio ayudando
a su cocinero que empezaba a estar muy mayor. Noa, desesperada,
aceptó.
Pasaron
los meses, y en palacio todo el mundo quería a “toda clase de
pieles”, nombre que le pusieron por su abrigo. Ayudaba al cocinero
real con el que hizo muy buenas migas, era una chica responsable y
muy trabajadora. Además, como decía él, tenía buena mano para la
cocina.
Se
había enamorado de él nada más verlo, cuando la rescató del frío
y la lluvia, pero sabía que nunca podría ocupar su corazón... Era
una princesa, sí, pero no podía revelar su secreto.
En
la corte se anunció un baile, un baile al que acudirían todas las jóvenes del reino, pues ya era hora de casar al príncipe.
Esa
noche, toda clase de pieles pidió al cocinero la dejará subir un
momento para ver el baile.
Por
favor, nunca he visto un baile real - suplicó.
Está
bien jovencita, ve y vuelve para la cena – contestó el cocinero.
Toda
clase de pieles corrió a sus aposentos, se lavó la cara y se cepilló el
pelo. Deslizó el colgante en su cuello y se puso el vestido.
Entró
en el salón y se hizo el silencio. ¿Es un ángel? ¿una estrella?
El príncipe saltó de su silla y corrió hasta ella, no podía dejar de mirarla. Bailaron toda la noche.
El príncipe saltó de su silla y corrió hasta ella, no podía dejar de mirarla. Bailaron toda la noche.
Es
bellísima – pensó, mientras con la mirada acariciaba su rostro,
su cabello y su cuello con aquel precioso colgante alado, alas de
ángel como era ella.
Noa
estaba tan a gusto y sentía tanto amor, que se olvidó de la hora.
Es
tarde, tengo que irme – exclamó y como una estrella fugaz, se
alejó entre la gente.
Bajó
corriendo las escaleras que la separaban de su cuarto, entró y
cambió el vestido por sus viejas pieles y se tiznó la cara de
nuevo. Con las prisas se olvidó del colgante.
Ya en las cocinas, el cocinero que estaba muy nervioso, le mandó
preparar el consomé que siempre cenaba el príncipe.
Con
los mejores ingredientes y el más profundo amor, preparó aquel
consomé. Camino a la habitación del príncipe, se tropezó y el
colgante se abrió dejando caer las alas en el cuenco.
El
príncipe tomó la sopa y cual fue su sorpresa cuando vio resplandecer aquel brillante ángel.
Acércate
– dijo - ¿Qué es ésto?.
Toda
clase de pieles, se acercó temblando al cuenco. El
príncipe limpió dulcemente el carbón de su cara.
Eres tú, deseaba
que fueras tú – susurró al oído de aquella frágil niña.
Se acabó el cuento
se lo llevó el viento
y se fue...
por el mar adentro
Elementos
que he intentado respetar en mi adaptación:
• La
estructura o esquema básico:
- La protagonista, Noa, nace en una familia feliz que la protege y la mima.
- Muere su madre.La madre le entrega unos regalos que la ayudarán en la vida.
- Noa crece feliz y se siente querida.
- Cuando está llegando a la adolescencia, se ve forzada a huir del núcleo familiar puesto que la obligan a casarse con alguien a quien ni siquiera conoce.
- Huye llevándose los recuerdos de su madre.
- Se enfrenta a la vida adulta representada por el bosque y la vida en la aldea, donde debe ocultar su identidad.
- El príncipe la encuentra y la lleva a palacio. Allí trabaja como cocinera, muy por debajo de su clase social.
- Se enamora del príncipe.
- Para que se fije en ella utiliza los regalos de su madre.
- Finalmente, el príncipe se enamora de ella.
- Forma su propio núcleo familiar, es feliz y recobra su estatus social.
• He
mantenido los aprendizajes a nivel del pueblo, una princesa que se ve
obligada a trabajar como sirvienta (Cambio de estatus social)
• No
cambia el tópico del cuento. Una chica que se queda huérfana de
madre y que no quiere cumplir los deseos de su padre.
• He partido de una versión fiable. Nuestra profesora Irune nos contó en clase la versión de los Hermanos Grimm.
• He partido de una versión fiable. Nuestra profesora Irune nos contó en clase la versión de los Hermanos Grimm.
Aspectos
que he cambiado:
•
He
quitado el tema del incesto. No me parece un tema apropiado en un
cuento para niños.
En
la narración inicial, este hecho justifica la huida de la princesa; yo he preferido suavizarlo con una madrastra
cruel y un matrimonio en contra de su voluntad.
•
He
añadido algún diálogo para hacerlo más ameno.
•
También,
con la intención de hacerlo un poco más corto, he variado el número
de vestidos y de figuras en el colgante.
Perfecto, Rocío. Una adaptación preciosa.
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